Millennium (2)

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En Los hombres que no amaban a las mujeres quedan pocos cabos sueltos. Se zanjan investigaciones y enigmas para recolocar la vida de cada personaje principal. Pero hay asuntos agazapados, esperando su momento. Y muchos de ellos resurgen en La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina.  

Larsson sabía dar la información con cuentagotas, mantenerte en vilo y magnetizarte. Cuando creemos que comenzamos a ver más que la punta del iceberg nos enreda, desvía nuestra atención pero no nos resta entusiasmo. Es una pena que la publicación de sus libros fuese póstuma aunque creo que es una de las causas de que se posicionase en el número uno de ventas en poco tiempo. ¿Morbo? Supongo que sí. Aunque me entristezca perder a un autor que me ha cautivado no niego que siento curiosidad por la continuación que le ha dado David Lagercrantz, pero todo se andará. 
La segunda entrega se inicia de manera perturbadora. El prólogo narra la vivencia de una niña capturada por un hombre no identificado. Dentro de la habitación oscura, para lidiar con su situación, se repite mentalmente un episodio pasado cuando arrojó gasolina a un hombre dentro de un automóvil y le tiró una cerilla encendida.

En los cuatro capítulos siguientes nos encontramos con cambios. Distanciamiento, viajes, interés por materias como las matemáticas y dos ajustes corporales. Lisbeth Salander tiene 26 años. El teorema de Fermat es su nuevo asombro mientras está enfrascada en otro asunto a resolver. El abogado que lleva su caso, Bjurman, vuelve a acaparar atención moviendo los hilos del historial de Salander y tramando una venganza cuando esta regrese a Estocolmo. Reaparece su anterior gestor, Palmgren, aún recuperándose de la apoplejía sufrida y la relación con Mikael Blomkvist es como una lata de conservas, olvidada en la alacena, de la que tirar en caso de agotar otras existencias. Sabemos que la palabra emergencia para ella no es empleada a la ligera. Mientras otros se llevan las manos a la cabeza por nimiedades ella hace malabarismos con asuntos peliagudos. 

Ahora Mikael Blomkvist, que goza de cierto prestigio profesional, trabaja mano a mano junto al freelance Dag Svensson en un libro sobre el tráfico y prostitución de mujeres procedentes del este, en Suecia. El punto de partida e inspiración de Dag es la tesis acerca de tráfico sexual de su pareja, Mia Bergman, que es estudiante de doctorado, criminóloga y experta en estudios de género. Ambos obras son una bomba de relojería. 

El ritmo frenético empieza cuando Svensson, su pareja y el administrador Nils Bjurman aparecen asesinados y todas las pistas apuntan a que la autora de los tres crímenes es Lisbeth Salander. Se abrirán varias investigaciones: la policial, una de la empresa Milton Security liderada por Dragan Armanskij y la tercera de Kalle Blomkvist. Obstinadamente decidirá investigar los crímenes por su cuenta para demostrar la inocencia de su amiga. Esas indagaciones rescatarán nombres y nuevos personajes que aporten luz u oscuridad a la novela. Como Peter Teleborian, que es una autoridad médica respetada en el ámbito internacional y se le considera un destacado experto en enfermedades psíquicas.

¿Estás deseando seguir con la historia? Adéntrate en La reina en el palacio de las corrientes de aire.

Imagen principal: portada del libro
Reseña e ilustración de Saray Pavón