Por eso mismo quise estar en su Julio, aunque mi estado anímico no sea el mejor para ello y las mil cosas por hacer dejen pocos huecos para grabar. Debajo de estas líneas hay un sentimiento en forma de texto y dos versiones audiovisuales.
Querido Julio,
Llevo todo el año evitándote, tenía miedo de que llegaras y, en un parpadeo, ya estabas aquí. En otro, te estás yendo. No hay vuelta de hoja.
Me da miedo como caen frenéticamente los días del calendario. Siento que hace poco celebraba mi cumpleaños con la bufanda puesta y ya estamos en los meses de “vacaciones” (aunque para mi esa palabra no se relacione con el descanso). ¿Qué decirte? He encontrado un espacio al que llamo hogar, tengo una familia peculiar y una sensación agridulce de sala de espera de Hospital.
Hay algo subcutáneo que me obliga a hacer vídeos con la pólvora de los sentimientos, pero siempre me falta tiempo.
Y esta es la primera, la que hice para y por Miguel Agramonte.
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