Diario de Golondrina.

Ya os comenté que iba a beberme este libro de Amélie Nothomb donde vuelve a engancharme desde la sipnosis (aunque no suelo ser partidaria de leerlas porque te destrozan lo suficiente) hablando del suicidio de los sentimientos tras la pérdida de un gran amor, además el primer umbral hacia la recuperación del deseo será la música de Radiohead, una de mis debilidades, que me puse a modo de BSO; después pasa al asesinato para conseguir vibrar con algo (la novedad estimula, estremece tus sentidos) indiferente al sentimentalismo de los recuerdos. Sus novelas son un baile entre Eros y Thanatos, un grito a la vida pese a tanta grisicitud. En Diario de Golondrina es la primera vez que escribe en masculino (como los estoy leyendo sin seguir el orden cronológico... en viaje de invierno también fue la voz orquestal) y por ahora me atrevo a decir que sabe meterse en la piel de los personajes sin que se noten sus latidos o, precisamente, latiendo al unísono.