Y beberme los vientos (ilustraciones)

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Primero quiero darle las gracias a Fátima Fernández Baena, por enredarme y confiar en mí proceso creativo (a veces silencioso y lejano, otras un torbellino de palabras cosidas a piel). He disfrutado de cada etapa tanto que necesitaba escribir de ello. Ahí voy.

Leí y releí sus poemas (forma parte de mi manera de inspirarme e intentar dar vida a conceptos). Me venían ideas, deseché muchas y se fueron consolidando otras tantas. Tenía claro que quería hacer diferentes rostros, distintas Fátimas que son ella sin serlo. De este modo quería reflejar el cambio. Pero a su vez dejé un elemento común en todas: el pelo rizado. Le fui explicando el significado de cada boceto, acordamos el color rojo y algunos elementos como nexo unificador y de énfasis.

Cuando te adentras en la primera parte: su poesía te atrapa. Ella es las tres gracias en primavera de Botticelli. Es la pensadora, el pensamiento que se ahoga dentro de su cabeza y la que se rescata aunque el precio sea morder un anzuelo. Su hilo rojo está unido a diferentes facetas y va surcando, como pez en el agua, por las páginas de Y beberme los vientos.

Desde el interior de la tierra grita y rompe el papel. Sale del infierno. Destroza todo aquello que la paralizaba porque no hay más tiempo que perder. Y aunque el trayecto sea largo y se agoten las energías, Fátima sigue, con tenacidad.

Y la montaña que trepa es su corazón con coraza de piedra. La misma que arrastra sin descanso hasta que encuentra ese punto álgido donde descansar. Y aunque caiga de nuevo volverá a levantarse.

Es consciente de crear el agua que le engulle, el abismo y su salvación. Hace de sus cenizas la arena que la atrapa dentro del reloj. Allí se consumirá para renacer cual fénix.

En la segunda parte sigues enganchada. Porque Fátima es de fuego y sed, de dualidades que encuentran en ella un bello equilibrio. Y su insaciable sed se manifiesta en esa mano que aún no dispone de vaso o en dicho receptáculo que no roza la boca.

Y así se entrega: sin excusas. En ese abrazo apasionado donde enciende sus alas. Avisa de su carácter de gata indómita y confiesa que a veces, en ese éxtasis, la sed la abandona.

En la tercera parte nos adentramos en el diario de una loba civilizada. Ahí veremos que ambas pieles son máscaras, porque juntas son ese todo que la conforma. Y cuando se siente sin ayuda no le sobran manos a su alrededor, pero no encuentra las suyas propias.

Nos encontramos ante un rostro fragmentado. Está en pleno proceso de deconstrucción y creación. Es un fénix. Y tú has llegado en un momento Shrödinger. Puedes ver el antiguo yo, las cenizas y el resurgir de las mismas.

Las alas con las que huir o acurrucar. Alas que a veces son de fénix y otras de ángeles. Alas con las que llega a las instrucciones para sanar tu corazón. Ahí las cicatrices de la vida dejarán de escocer y formarán parte tu hilo rojo.

En su poesía vas del dolor a la tregua, de la asfixia a salvación. Eso mismo quise plasmar en el ritmo de las ilustraciones. La portada fue el final. La suma de cada sensación. Ese todo. El movimiento, el grito, el beso, el suspiro. Cada Fátima. El pasado que la ha llevado a este momento actual. A ser la gran mujer que es. La misma que ha aprendido a beberse los vientos.

Texto e ilustraciones de Saray Pavón.
Poemario: Y beberme los vientos, de Fátima Fernández Baena.
Aquí para leer la reseña de A. Moreno.

Por si las voces vuelven (reseña)

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No soy de dejarme llevar por el runrún tipo spam que hacen las grandes editoriales con sus libros, pero desde que supe de Por si las voces vuelven tenía ganas de zambullirme en él. Y ese deseo surgía por la temática y el escritor (Ángel Martín). Así que fue un acertado regalo de Reyes.

Lo leí tras terminar la novela Sigue como si estuvieras viva de Rafael Fernández Ruiz, así que la similitud de las sombras con las voces me hizo despotricar un poco sobre las editoriales que no apuestan por libros diferentes si no tienen el respaldo de un 'personaje público' (el camino mediático, los seguidores, etc.). También, a su vez, me alegré por esa apuesta sin riesgo ya que creo que es importante acercar a la masa -o sociedad- temas que siguen siendo tabú y hacer tangible una propuesta que se sale de los caminos comunes. Dicho esto os recomiendo encarecidamente que os hagáis con ambos libros, porque se disfrutan a muchos niveles (el cómo está escrito, lo que dicen, etc.).

Lo más escalofriante es que a cualquiera de nosotros nos podría pasar el hacer 'crec' y que se rompa lo que hasta entonces era nuestra vida. El desencadenante no tiene porqué ser el mismo: igual a ti te sucede si te das un homenaje de porros o monguis y otra persona se quiebra con los acordes de una guitarra; por eso mismo es bueno tener recursos que nos puedan ayudar a abrir los ojos y escapar de ese bache sin que quedemos en siniestro total. La literatura siempre ha sido un buen aliado para despertar, incluso si eres de los que les sirven los libros de Jorge Bucay o Paulo Coelho, lo importante es que encuentres lo que a ti te sirve para reconstruirte.

Y ya me meto en materia. Por si las voces vuelven consigue captar toda mi atención y que sea tan sugerente como la frase de '¿Quieres un café?' (si no me conoces está comparación está a la altura de las hojas caídas, pero te hago saber que me identifico con la palabra 'cafemaniaca'). Es bastante interesante observar cómo somos capaces de justificar cualquier cosa (desde situaciones surrealistas a actos descabellados) creando diferentes tramas. Todas ellas le dan coherencia y cohesión a cada paso que hemos dado, por más que llevemos un buen trecho yendo en contradirección. Y eso complica que frenemos en seco y podamos corregir, más bien seguiremos con la inercia avanzando hacia nuestro estrellato.

Podemos encontrarle significado a cada detalle de cada viviencia con tal de corroborar que tenemos razón. El ver todos los sucesos como señales: nos reafirma y nos hace cruzar límites. Además nos agota, porque cada decisión está alterando el presente y el futuro, el efecto mariposa nunca duerme. El estado de alerta es abrumador y fascinante al mismo tiempo, así que casi con total probabilidad evitaremos abrazar a morfeo añadiendo más café a nuestro organismo. El estrés que genera el no bajar la guardia hará su aparición estelar tarde o temprano y, entonces, tendremos suerte si al quebrar algunas de esas barreras a alguien de nuestro entorno se le enciende la bombilla de emergencia y decide actuar (que la sociedad nos ha educado más bien para 'ver, oír y callar', para hacer la visita gorda y pensar que ya se encauzará -sin que interfiramos-, aunque eso pueda ser perjudicial y genere un estado irreversible).

Lo normal es que aunque traspases las puertas del ala de psiquiatría del Hospital y vayas rumbo a tu casa, esa vivencia no se deje allí encerrada sino que te acompaña e influye en las siguientes decisiones e interacciones. Te vuelves con un lote de pastillas para mantener el equilibrio del cerebro y la decepción contigo mismo. El miedo y la inseguridad se suman al viaje y dificultan todo. Retomar las riendas y encontrar motivos que alejen la depresión no es tan sencillo como nos lo pintan en las frases de autoayuda. La lucha es diaria, las emociones son inestables y las voces se vuelven sombras que potencian tu desasosiego.

Y para los que tenemos un familiar que... o hemos pasado por un episodio que... sabemos del estigma de decir 'Yo estuve ingresado...', o 'mi padre tiene esquizofrenia' o cualquiera que sea la frase que se ajusta a tu situación. Porque a la gente le condiciona, siente miedo a lo que desconoce, se abruma pensando si es hereditario o si puedes tener una recaída... y van distorsionando la imagen que tienen de ti. Pero no entres en pánico, demasiado tienes con la autoflagelación que ya has pasado. Y es totalmente normal que titubees las primeras veces al contar ciertas cosas, porque no quieres soltar algo que desencadene una alerta visual y acústica recorriendo la ciudad a toda pastilla. Nadie quiere ser el que va dentro de una ambulancia y menos repetirlo, si es el caso. Pero cuando logres descoser la zozobra y abras en canal las emociones, es conveniente saber que habrá gente que salga de tu vida y eso será positivo, porque no iban a aportarte mucho más... y los que se queden: atesóralos. (Que a ver, esto es muy genérico todo, cada persona es un mundo y lo que sirve para mí puede no servirte y viceversa).

La paciencia será un gran aliado así que si no gozas de una buena cosecha tendrás que cultivarla (sin estar haciendo apología a las drogas, que ni fumo ya hace más de la mitad de mi vida). Y no está de más que entiendas que aunque desde fuera te pueda parecer que alguien no se está esforzando lo suficiente, a veces con el simple echo de haber salido de la cama ha gastado toda la energía de la que disponía en ese momento.

El capítulo 12 (adiós a las voces) desenroscó la llave de paso de mis lagrimales. Tuve que parar de leer e intentar sacar a mi padre de mis pensamientos. Es complejo vestirse del otro y que no se te haga un nudo en el corazón. Y en el capítulo 16 donde él menciona a Ketto mis generosas lágrimas dibujan el nombre de Yuki.

Me parece, más que valiente, generoso el acto de compartir tu propia experiencia para que pueda ayudar a otras personas (eso no quiere decir que tenga que ceder sus ganancias a cualquier asociación que investigue las enfermedades mentales o que sirva para facilitar recursos y asesoramiento a los que están en un momento peliagudo). Y la verdad es que ha sido una lectura entretenida, electrizante y muchos más términos que podría poder para manifestar que me ha bañado en muchas sensaciones, pero lo dejaré en un agradecimiento a Ángel por plasmar en un libro tantas voces (#post-it #nohagaisruidoqueestoytrabajando) y a A. Moreno por acertar aunque ya haga tiempo que no le escribo carta a los Reyes Magos (aunque a veces sí pido cosas para los gatos que rescato 😬).

Y bueno, si eres de los que no se sienten atraídos por la lectura (creo que esos no habrán llegado a esta parte de mi reseña 😅), también está en audiolibro, narrado y comentado por él. Eso mola porque se percibe 100% del mensaje a través de la entonación y es como escuchar uno de sus monólogos (aunque yo lo he leído con su voz).

Y, parafraseando:
Te quiero mucho.
A hacer cosas.
Post-it.

Sigue, como si estuvieras viva (reseña)

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Me casé con un libro. Sí. Habiendo leído sólo la primera página (ni siquiera el capítulo entero) de la previsualización que puso Rafael Fernández en su web. La preventa de la segunda edición (corregida y ampliada) de Sigue, como si estuvieras viva tenía esa peculiar y bonita condición: 'no sólo lo estás comprando, te estás casando con él'. Y no proseguí con las páginas liberadas porque con la primera carilla ya sabía que quería darme el atracón de palabras, que deseaba tenerlo ya entre mis manos.

Y por fin llega un sobre (aquí puedes ver el unboxing). Lo abro, destrozo el papel de regalo y me pongo el anillo simbólico de nuestra unión. Observo la chula e inquietante portada de Sigue, como si estuvieras viva, que está escrito, ilustrado, maquetado y diseñado por Rafael Fernández Ruiz. Por fin puedo devorarlo. Voy pasando páginas disfrutando de cada ilustración que aparece y encuentro los textos turbadoramente adictivos. Quieres continuar leyendo, saber más, saciar la curiosidad del qué va a pasar y todo eso es gracias al ritmo y estilo de escritura que tiene. Y las láminas (a todo color), que son el broche adecuado.

Te aconsejo que lo abras un día que puedas leer sin parar, porque te costará soltarlo en la estantería hasta que no termines. Es un chute de genialidad y originalidad, con giros que descuartizan la idea que ibas construyendo para darte algo todavía mejor. Brutal. Y siento que da para segunda parte (ojalá Rafa lo perciba así también). Ya sabéis que no soy de hacer spoilers así que leed sin recelo sobre qué va.

Las sombras son esas compañeras infatigables que nos siguen a todos lados y que nos llenan la cabeza de noes. También son los miedos hinchados, la conformidad con lo mediocre y la no lucha hacia los sueños. Tratan de boicotear nuestra felicidad, de acabar con la parte creativa. A veces adoptan una forma familiar (de padre, de pareja, de ídolo...) y, en otras ocasiones, utilizan nuestra propia voz para acallar ese deseo de romper con la rutina y lanzarse a cazar ilusiones.

Y hay que tener mucho valor para no escucharlas, para conseguir darles la espalda y no hacerles caso. Porque saben mucho: juegan con las inseguridades, nos venden que la estabilidad y la sensatez tienen un horario fijo y un salario a final de mes, nos hacen sentir que nuestras pasiones no merecen ni una oportunidad. Nos preguntan que cuántas personas conocemos que trabajen en lo que les gusta, nos susurran que nuestro ego es enorme y nos vamos a estrellar, nos ofrecen la comodidad de ser un eslabón más de la cadena. Las sombras son capaces de cualquier cosa con tal de conseguir otra cáscara gris de humano.

Lo recomiendo sin ningún pero y con orgullo (porque he elegido bien: me he casado con un librazo). Y tanto como autorregalo como para sorprender a alguien.

Me encanta que Rafa haya apostado por su escritura, que no se haya dejado apagar o empequeñecer por los requisitos editoriales y haya movido cielo y tierra para traer al mundo 10 novelas. Y siempre me surge la sensación agridulce con las -grandes- editoriales: me da coraje que incorporen libros atípicos a su catálogo sólo si están respaldados por un nombre archiconocido que les va a asegurar ventas y, a la vez, pienso que gracias a eso se normalizan obras diferentes. Por ejemplo, las voces que describe Ángel Martín (en su primera novela Por si las voces vuelven publicado por Planeta) se parecen a las sombras que se manifiestan en Sigue, como si estuvieras viva, publicado por 'Mi cabeza', creada por Rafa para dar cabida a sus inquietudes sin filtros de lo que es políticamente correcto y sin tener que ceñirse al estilo de los envases del resto de productos de una línea editorial; y la única diferencia es esa: el respaldo de una carrera disparada por la televisión. No malinterpretéis mi comentario: he disfrutado también con la lectura de Por si las voces vuelven pero me crispa el sistema que controla los escaparates de lo que consumimos.

Pero dejando de lado mi rebeldía contra los protocolos sociales, debo recalcar que he gozado mucho con Sigue, como si estuvieras viva, tanto que me declaro lectora frikifan de Rafa, de esas que nada más que puedan tendrán una estantería esclusiva para sus obras. Y no sé cómo son las otras novelas que tiene porque pese a que ha liberado todos los inicios en su blog, creo que sí me adentro en esos mundos sólo conseguiría salivar más y que la espera para leerlo al completo sea más larga.

Si he tardado en compartir la reseña es porque la etapa no estaba siendo muy propicia, pero no os preocupéis que estoy recuperando a Saray ;)

Si tienes curiosidad pero te da miedo lanzarte al vacío y comprar sin curiosear primero en la pedazo de web que se ha currado Rafa, si te vas al apartado tienda, cada libro tiene liberado el inicio... así que 'enjoy it' y sobre todo si te engancha: ¡hazte con él! Que me parece ultra importante el apoyar a artistas que apuestan por su trabajo, que se esfuerzan en dar lo mejor de sí mismos y que cuidan los detalles.